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Carlos “Carlitos” Marinero: Entre la radio y la pluma, un puente entre el pasado y el presente

En los pueblos más remotos hay que pensar primero que la tradición viene de la antigüedad y en ella florecen personas que tienen un propósito en esta vida, transmitirnos generacionalmente la historia de esta tierra. Él es Carlos David Marinero, hombre apasionado por la radio, por el deporte y la poesía. Es sábado, la tarde se hace cada vez más fría en mi pueblo natal, una gran soledad nos acompaña como una sombra y por ese callejoncito casi del olvido, se alza la casa de “Carlitos” Marinero, lugar donde se guardan los más predilectos recuerdos de mi pago querido. Esta es su historia.



En el pequeño pueblo de Rodeo, donde el sol brilla intensamente en el cielo azul, donde la brisa del viento es una caricia única al alma, nació Carlos David Marinero, un 23 de agosto de 1951. Su Familia, compuesta por su padre Daniel Marinero, su madre Clementina Mercado y sus 9 hermanos, jamás se fueron de su pago querido, la tierra que los vio crecer sigue siendo su hogar, su patria, su refugio y su legado. Carlitos, fue uno de los niños que nacieron en el alba de un futuro prometedor, había pasado muy poco tiempo de la fundación del Hospital Tomas Perón de Rodeo, lugar que por ese entonces, las familias podían acompañar a sus seres queridos durante el parto y las mujeres se internaban con anticipación para dar a luz en un ambiente cálido, familiar y por sobre todas las cosas terrenal.

 

Desde su tierna infancia, Carlitos sentía una pasión irreprimible por la radiodifusión, se pasaba horas enteras escuchando las emisiones sonoras de las estaciones chilenas. Años más tarde, por AM, escuchaba a emisoras sanjuaninas, como Radio Sarmiento y Radio Colón, en su vetusta radio a válvula, un artefacto que parecía un relicario de la era de la comunicación arcaica. En su mente infantil, Carlitos soñaba con ser un futuro locutor, un artífice de la palabra que transmitiera ideas y emociones a través del éter. Y, efectivamente, su sueño se materializó, convirtiéndose en un comunicador social que dejó huella en la historia.


Cuando se fundó Radio Génesis en Iglesia, bajo la égida del inolvidable Daniel Merino y en compañía del venerable Fernando Lloret, un aficionado empedernido al radioteatro, Carlitos se acercaba diariamente a escuchar las emisiones y presenciar cómo aquellos locutores veteranos difundían noticias y vivían el mundo radial con pasión y entrega. Carlitos, enamorado de este arte, anhelaba ardientemente sentarse frente a un micrófono y transmitir su voz a través de las ondas radiales. Cuando llego el gran momento, allá por 1998, Carlitos con muchos nervios, manos sudorosas y respiración profunda, tuvo la oportunidad de disertar sobre temas deportivos y, posteriormente de colaborar en el área publicitaria con el legendario Manolo Esquivel, un loco enamorado y apasionado del ciclismo. Cada sábado, Carlitos acompañaba a don Manolo desde la voz comercial, sintiéndose como un corredor más, ya que el trabajo de don Manolo te transportaba mentalmente a competir cada finde semana por la mañana en aquellas hermosas carreras de Rodeo y las legendarias Doble Guardia Vieja. Carlitos, con su mirada al unísono, una sonrisa en su mejilla, recordaba con mucho fervor aquellos momentos. Incluso con su narración, transportó a este redactor a su niñez, cuando yo, un ferviente aficionado al ciclismo desde mi temprana edad, escuchaba a Carlitos con su voz comercial y sabía que posteriormente Don Manolo anunciaría "Radio Moto", presagiando el paso de la caravana multicolor.


En el año 1998, en el seno de Génesis, nació un programa que cautivó el corazón de mi pueblo: "Entre mate y mate, folclore para mi tierra". Bajo la batuta de Ricardo Ontiveros, quien lo convocó con mucho entusiasmo, Carlitos trabajó codo a codo con talentosos operadores técnicos como Eloy Paredes, Fernando Brizuela y José Miguel Manrique, quien lo impulsó a dar rienda suelta a su pasión. Con el tiempo, ese programa evolucionó y se transformó en "Atardecer criollo", que se emitía desde las 17 horas, con el noble propósito de convocar a la gente local a cantar y presentarlos al pueblo, para que su talento no quedara en el anonimato. Entre los artistas que destacaron en ese programa, se encontraban Don Manuel Díaz, de la calle El Tiro Federal, Don Amilán Poblete, entre otros. Con orgullo y nostalgia, Carlitos resaltaba que todavía conserva ese material en los viejos casetes y anhela poder convertirlos en audios, para que las generaciones actuales y futuras puedan conocer y admirar a esos grandes artistas que, en su mayoría, ya han sido llamados por el "Tata Dios".

 



La charla continuaba, pero llegó un punto de inflexión, un quiebre que reveló la profundidad de sus emociones. Recordaba momentos y personajes que habían marcado su trayectoria en el medio radial, como Don Jorge Darío Bence y artistas de renombre cómo los Fronterizos, pero de repente, sus ojos se llenaron de lágrimas y su voz se quebró al relatar: "Mi momento más sublime, pero también más doloroso, fue el fallecimiento de mi madre en el 2001. Ella era mi oyente más fiel y en ese momento sentí que ya no tenía ganas de seguir haciendo radio. Cada programa lo había hecho pensando en ella, para ella. Pero un día, sentí que ella misma me infundió una fuerza sobrenatural, una energía que me hizo reencontrar mi pasión y seguir adelante con lo que tanto amo".

 

Después de una pausa cargada de emoción, casi como un silencio de duelo, Carlitos se levantó de su silla y se dirigió a una habitación de la casa, de donde regresó con un tesoro de hojas sueltas y cuadernos llenos de escrituras, redactadas con una letra prolija, redondeada y ordenada. Con una sonrisa de satisfacción, nos dijo: "Este es mi legado, el fruto de mi pasión y dedicación". Entre sus escritos, había poemas que celebraban la esencia de Iglesia, descripciones de fiestas religiosas que habían dejado una huella imborrable en su corazón, relatos de acontecimientos sobrenaturales que habían marcado su pueblo e historias gauchas que hablaban de valentía y honor. Entre todos estos escritos, un folio que había resistido el paso del tiempo llamo mi atención, era el acta de entrega de Mercedes Reales del departamento Iglesia, un documento que desvelaba un secreto ancestral. Con curiosidad y respeto, le dije: "Carlitos, siempre quise decirle a mi pueblo que Iglesia jamás fue fundado por nadie". Con orgullo y generosidad, me cedió el escrito para poderlo leer, desde ese momento afirmo que nunca estuve equivocado.



Entre tantos poemas y escritos, destacaban algunos relacionados con la calle del Tiro Federal, calle que me vio crecer. Tres de ellos me llamaron la atención: "La fiesta de doña Delia", en honor a la Virgen del Tránsito; realizada en lo que hoy es la casa de Nelson “El Pera” Poblete, "La fiesta de San Antonio", en la casa de doña Ramona Flores y Don Amilán Poblete; en lo que hoy es la casa de “Don Cholo Montaño” y "La fiesta de doña Tani" en honor a la virgen de Andacollo realizada en casa vieja del alto del arroyo de esta calle. Esta última llamo mi atención porque se trataba de la casa de mi Bisabuela. En ese momento pensé, que trágico es el silencio que ha envuelto a mi generación familiar, privándonos del conocimiento de esta fiesta. Es como si una sombra del olvido hubiera caído sobre nuestra historia, ocultando la luz de nuestras tradiciones y costumbres. Me duele pensar que mis antepasados hayan vivido momentos de tanta alegría y devoción, y que nosotros, sus descendientes, no hayamos podido compartir esa dicha en la actualidad.

 



Carlitos, con una emoción que trascendía su ser, nos relataba los episodios que habían tejido la historia de Iglesia, como el milagro de Santo Domingo, la gran sequía del 60, la pileta de la Unión Vecinal, la leyenda del sauce mocho y la historia de Ciudad Fantasma en el cerro de los burros. Cada una de esas historias está plasmada en sus escritos, que él anhela con fervor poder compilar en un libro, para que cuando él ya no estuviera, esas historias no se desvanecieran en el olvido. En cada pausa de la charla, había un momento de silencio profundo, lleno de melancolía. De repente, apareció un escrito que contaba la historia completa del Club Sportivo San Lorenzo de Rodeo, del que él es un fanático apasionado, y que en cada rincón de su hogar hay un escudo que simboliza su amor fervoroso por ese club.



Carlos David Marinero es un hombre apasionado y dedicado a su trabajo en la locución radial y a su amor por la tierra que lo vio nacer. A través de sus escritos y relatos, ha preservado la historia de Iglesia y compartió sus experiencias personales, incluyendo los desafíos y las dificultades que ha enfrentado. A pesar de los obstáculos, Carlitos siguió adelante con determinación y fervor, convirtiéndose en un ejemplo inspirador de lucha y perseverancia. Su legado es un recordatorio de la importancia de preservar nuestra historia y de seguir nuestros sueños con pasión y dedicación. Sus relatos son un puente que nos conecta con nuestro pasado, permitiéndonos entender de dónde venimos y quiénes somos. Los escritos de Carlitos Marinero son un legado que debemos preservar y compartir con las generaciones venideras, para que nunca olviden sus raíces y puedan construir un futuro mejor.

 



Redaccion: Diego Varela Fotografia: Maxi Chavez

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