top of page
Buscar
  • Foto del escritorDiario Libre

El niño sanjuanino de los más crueles castigos y la abuela maltratadora que fue a la cárcel

En agosto de 1980, la Policía allanó una casa de Pocito y rescató a un niño todo lastimado y en un estado calamitoso. Ahí descubrieron que su abuela lo maltrataba.

Uno de los policías hacía fuerzas por no llorar y no podía creer lo veía. Ese niño se encontraba en un estado calamitoso y casi harapiento. Lo primero que notaron fue su nariz aplastada, pero además llamaba la atención esas heridas infectadas en su rostro y el cuero cabelludo, las quemaduras en su espaldita y su abdomen hinchado, igual que sus manos y sus pies.


Carlitos tenía 5 años y estaba asustado en un rincón, cuando el subcomisario Hipólito Flores y el suboficial principal Desiderio Esquivel entraron a esa casa de finca situada en calle 11, entre Alfonso XIII y ruta nacional 40. Nunca había visto algo así.


Aquella tarde del sábado 22 de agosto de 1980, esos dos uniformados de la Comisaría 7ma confirmaban la existencia de uno de los casos más aterradores de maltrato infantil que se conozca en la provincia. Habían llegado a ese lugar a raíz de una denuncia anónima que decía que una familia de apellido Bolado tenía a un niño encerrado como un animal, que lo sometían a continuos castigos y su vida corría peligro.


El pequeño permanecía callado, por ahí largaba una sonrisa con las caricias y las bromas que le hacían los policías para tranquilizarlo y a su vez consolarse ellos mismos ante la impotencia por tremenda escena. Gudelia González de Bolado, su abuela, buscó minimizar la situación y tratando de justificarse aseguró que el niño se portaba mal y era inquieto.


La mujer aclaró que el nene andaba jugando, por eso su ropa estaba sucia, y que en esos días pensaba llevarlo al puesto de salud para hacerlo atender por las heridas en su cuerpo, pero que no era para tanto. El estado deplorable de Carlitos –nombre ficticio- señalaba otra cosa.


De nada le valieron las burdas explicaciones. Ese día, la mujer de 40 años y su esposo, Felipe Bolado, fueron llevado detenidos por orden del juez penal de turno a la Comisaría 7ma de Pocito. El niño fue trasladado al Hospital de Niños y quedó bajo resguardo del Juzgado de Menores.


El médico Oscar Melo certificó que el chico presentaba 17 heridas en su cuerpo producto de golpes, quemaduras y cortes, además de cicatrices múltiples de vieja de data. En su diagnóstico consignó que se evidenciaba un estado de “raquítico crónico” por la mala alimentación, con incapacidad total, y ordenó que guardara reposo por al menos 90 días de internación para su recuperación.

“Cuadro psíquico grave y de difícil recuperación”, señaló el psicólogo Navarro Oliva. En su evaluación remarcó que, de acuerdo a los indicadores, el estado del pequeño era producto del “abandono” y “las agresiones físicas”.


Los maltratos venían de tiempo atrás y la misma Gudelia admitió que castigaba al niño por “desobediente”. La mujer no era la abuela; en realidad, ella se había hecho cargo de Carlitos desde marzo de 1980 después de que la mamá viajó a Buenos Aires


Carlitos era hijo de madre soltera. Su mamá lo tuvo con tan sólo 13 años. Esa chica luego conoció al hijo de Gudelia, se casó con él y tuvieron otros dos hijos. En ese tiempo, la pareja y los tres niños vivían en Ullum con la familia del muchacho y aparentemente de aquel entonces ya había maltratos.

Juntas. La abuela y la mamá del niño en el juicio. Foto de Diario de Cuyo.


Una vecina que declaró en la causa penal que Gudelia golpeaba a la joven adolescente porque no cumplía con los quehaceres del hogar y no la llamaba “mami”. Lo mismo que pasaba con Carlitos, al que castigaba por cualquier motivo.


Para marzo de 1980, la joven pareja decidió buscar otro destino y partió a Buenos Aires llevando consigo a sus dos hijos menores, pero dejó a Carlitos al cuidado de Gudelia y su marido, que además tenía otros hijos. Sin saberlo, la mamá libró al nene a su suerte y al infierno al que lo sumergiría su “abuela”.


Muchos vecinos sabían que la mujer sometía al niño a constantes vejámenes, pero la mayoría prefirió el silencio. En una de esas palizas, la abuela le fracturó el tabique nasal al chico. Sólo una persona se animó a denunciar los maltratos que padecía el pequeño, pero las autoridades de la comisaría de Ullum no tomaron carta en el asunto.

El tribunal. Los jueces que juzgaron a las dos mujeres. Foto de Diario de Cuyo.


Meses después los Bolados se mudaron a esa finca de calle 11 en Pocito. El hombre era contratista. La situación del niño no cambio y las brutales golpizas se siguieron sucedieron, con el agravamiento del cuadro de salud del niño y el evidente abandono.


A mediados de agosto de 1980 apareció esa otra denuncia de una persona que suplicó al comisario de la seccional de Pocito que interviniera por ese niño que era castigado y maltratado por los abuelos. Hasta dijo que estaba encadenado.


La aparición de esos dos policías ese rancho de Pocito fue la salvación del niño y el fin del sufrimiento que vivía en manos de su abuela. En principio se sospechó que Felipe Bolada también agredía al niño, pero esto no se pudo comprobar. Gudelia se hizo cargo de todo y finalmente fue la única que quedó detenida.

A sala llena. El defensor durante los alegatos del juicio. Foto de Diario de Cuyo.


La Justicia abrió otra causa penal contra la mamá del niño por el supuesto abandono y la acusaron del delito de incumplimiento de los deberes de asistencia familiar. Hasta tanto, el niño fue puesto bajo la guarda de su abuelo materno.


En la causa se comprobó que Gudelia castigó durante tres años a Carlitos. Ella misma confesó y reiteró que golpeaba al niño porque se portaba mal. Admitió que le pegaba con “sarmientos” y “varillas” y no tuvo empaño en reconocer que ella le aplastó la nariz al niño de una trompada porque “robó un pedazo de carne” de la mesa.


Gudelia y la mamá del niño afrontaron el juicio oral y público en octubre de 1981 ante una sala llena en las instalaciones del Concejo Deliberante de la Municipalidad de la Ciudad Capital de San Juan.

Condenada. La mujer de 41 años fue condenado por los maltratos al niño. Foto de Diario de Cuyo.


Durante las audiencias quedó muy en claro que la mamá del niño no tenía responsabilidad alguna. Ella había sido mamá a los 13 años y también era una víctima más. La joven le escribía cartas a Gudelia para saber de su hijo y está siempre le contestaba que no se preocupara que el chico estaba en perfectas condiciones, que no le hacía falta nada.


Nada excusaba a Gudelia, pero el tribunal consideró como atenuante que era una mujer con falta de instrucción y atravesaba una precaria situación económica. El miércoles 14 de octubre de 1981, los jueces José Alejandro Hidalgo, Carlos Graffigna Latino y Arturo Velert Frau absolvieron a la madre de Carlitos y condenaron a la abuela maltratadora a 3 años de prisión de cumplimiento.


Gudelia González fue sentenciada por los delitos de exposición o peligro por desamparado, calificado por el grave daño a la salud de la víctima, y lesiones graves, agravado por deformación permanente del rostro. Ese día, la abuela maltratadora fue detenida y trasladada a la alcaidía de mujeres del penal de Chimbas para que cumpla el castigo por todo el sufrimiento que le hizo padecer a ese niño que la llamaba “abuela”.


FUENTE: Sentencia de la Sala I de la Cámara en lo Penal y Correccional, artículos periodísticos de Diario de Cuyo y hemeroteca de la Biblioteca Franklin.

Comments


bottom of page