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  • Foto del escritorDiario Libre

Historias De Mi Pueblo: Las Norias

La sequía, un fenómeno que produjo en Rodeo casi una catástrofe durante varios años, fue motivo central para que se produjera también, el éxodo casi masivo de la población hacia otros lugares de nuestra provincia de San Juan y a otras vecinas, de allí entonces la necesidad imperiosa de ir en búsqueda del vital elemento hacia lo subterráneo.



Tan así es, que “Las Norias” (tal como les denominaba en la jerga pueblerina, “aljibe” para otros), comenzaron a multiplicarse por diversos lugares, para ello se procedía a cavar un hoyo al principio; de un diámetro “de boca” de unos cm que superaban el metro y medio; dando lugar para que un hombre trabaje cómodamente en su interior, sin que sus manos y codos “choquen” o rocen las paredes de la misma, provistos de un pico con cabo corto y una pala, se procedía a ir arrojando desde su interior palada tras palada hasta que cobraba profundidad y no se podía continuar sacando la tierra a pala; entonces se colocaban plantados a ambos costados de la boca de “La Noria”, dos palos, luego se le aplicaba otro atado que conformaba un travesaño, a modo de arco, justo en el centro se ubicaba la roldana, este instrumento en el cuál se introducía, o se pasaba por su propia circunferencia el lazo, cadena o soga, o un cordel, todo era válido, atándose a un extremo el balde, tarro o recipiente que sería llenado abajo por la persona que cavaba y otro debía proceder a extraer el recipiente lleno con tierra, la cuál se iba depositando a un costado o alrededor del pozo. La profundidad que adquirían “Las Norias” eran de ocho, diez y hasta doce metros, alcanzando a dicha profundidad el agua, así entonces, la tierra que se iba extrayendo poco a poco se iba tornando más húmeda para luego ser barro, lo que significaba que ya se había “dado con agua”, esto marcaba una gran alegría para todos, luego se comenzaba a extraer el agua turbia, en una cantidad suficientemente estimada, dado que poco a poco se iba aclarando, formándose cristalina, entonces se daba por finalizado el trabajo de excavación.

 



Luego se procedía a realizar el trabajo que consistía en colocarle el techo a “La Noria”, este se hacía con palos debidamente acondicionados, luego se le colocaba “cañizo”, brea (o pájaro bobo) o tal vez caña, para finalmente, echarle una capa de barro, realizado al lado del mismo pozo, con el agua de la misma noria, algunos le hacían un trabajo con adobes, circular o cuadrado e incluso le colocaban su tapa correspondiente para evitar la caída a su interior de cuerpos extraños (basura, insectos, etc).

 

De esta manera este trabajo arduo por cierto que significaba hacer una noria, venía a solucionar un gran problema ya que el agua, pura y cristalina que estaba allá en aquellas profundidades era utilizada para todo uso, hasta para hacer pequeñas huertas familiares, jardines y frutales regados a “balde”.

 



Incluso puedo citar que una vecina de nuestro pueblo, tía de quien escribe (La tía Eufelia) tenían una majada de ovejas de gran número y precisamente diariamente debían extraer el agua desde la noria, llenar unos “fuentones” especiales que tenían y allí las ovejas ávidas se saciaban la sed. Cuánto sacrificio, realizado; hoy todo esto puede surgir a modo de simple anécdota en una rueda de amigos. Pero no olvidemos que fue una realidad y una necesidad para una población donde nada mas ni nada menos “el agua” escaseaba.   



Por Carlos David Marinero

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