Un adiós humilde: el Papa Francisco descansa a ras del suelo, fiel a su estilo

Sin pompas ni grandeza. Sin trono ni altura. El papa Francisco eligió despedirse como vivió: con sencillez y cercanía. Su cuerpo ya descansa en la Basílica de San Pedro, donde permanecerá hasta el sábado 26 de abril, día de su funeral. Pero incluso en su partida, Francisco dejó un mensaje claro.

Miles de fieles llegaron hasta el Vaticano para despedirse del pontífice argentino, cuyo ataúd fue colocado casi al nivel del suelo, en una rampa inclinada frente al altar principal. No hubo catafalcos elevados ni símbolos de poder. Solo cuatro guardias suizos custodiándolo en silencio. Tal como él lo había pedido, todo se mantuvo simple, austero, humano.

El camarlengo Kevin Farrell fue quien encabezó el servicio de la Liturgia de la Palabra dentro de la basílica. Durante la ceremonia, roció el ataúd con agua bendita y pronunció palabras de gratitud:

"Demos gracias al Señor por los innumerables dones que ha concedido al pueblo cristiano a través de su siervo el papa Francisco. Pidamos por su descanso eterno y el consuelo de todos los fieles."

El Evangelio elegido fue el de Juan, con un mensaje de amor y continuidad espiritual: "Para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo en ellos."

Desde el Vaticano confirmaron que el funeral se realizará al aire libre, en la Plaza de San Pedro, este sábado a las 10 de la mañana (hora italiana), marcando el inicio del Novendiali, los nueve días de duelo y oración en su memoria.

Francisco se va como llegó: con los pies en la tierra y el corazón en la gente.